FRANCIA

Site archéologique Lattara – musée Henri Prades

Construida en las proximidades de una laguna, en el delta del río Lez, la antigua ciudad de Lattara, ha sido una encrucijada de civilizaciones. Etruscos, griegos, iberos, romanos y poblaciones galas locales se entremezclaron, en un contexto marcado por el dinamismo de los intercambios económicos y culturales en el Mediterráneo noroccidental. Este antiguo puerto de la Galia meridional estuvo activo desde finales del siglo VI a. C. hasta el siglo III a. C.

Vista del yacimiento arqueológico de Lattara

© L. Damelet, CNRS-CCJ

Lattara y los etruscos

A finales del siglo VI a. C., se edificó una monumental muralla en lo que entonces era una península, limitada al este y al oeste por los dos brazos del río Lez, formando una avanzada en la laguna: era el nacimiento de Lattara. Esta fortificación marcó el inicio de un programa urbanístico de gran amplitud, donde las técnicas de construcción utilizadas y la vajilla sacada a la luz atestiguan la presencia de una comunidad de comerciantes procedentes de Etruria. Esta presencia etrusca en Lattara se inscribe en un contexto regional donde, desde finales del siglo VII a. C., tuvieron lugar contactos e intercambios entre la población indígena y los navegantes mediterráneos. Hacia el 475 a. C. ocurre un episodio de destrucción generalizada, con indicios de incendio y una expulsión del componente etrusco. El espacio urbano se reorganiza entonces y se produce un cambio significativo. Lattara aparece en adelante como una ciudad fundamentalmente indígena y, al mismo tiempo, está profundamente sumisa a la influencia griega de Massalia.

Lattara, un puerto galo en el Mediterráneo

Tras la abrupta salida de los etruscos, la ciudad de Lattara se convierte en un elemento estructurador del territorio galo para la entrada y salida de productos intercambiados en la cuenca del Mediterráneo. A partir del siglo V a. C., los lazos con los griegos de Marsella son fundamentales, particularmente desde un punto de vista comercial. De hecho, la ciudad focense redistribuye, además de su propia producción, un gran número de mercancías procedentes del mundo greco-itálico. Aunque las importaciones estaban diversificadas, sin embargo se observaba la omnipresencia de un producto en particular, el vino, cuyo consumo era particularmente apreciado en Lattara. En esta ciudad portuaria, lugar de intercambios y de encuentros entre personas de diversos orígenes, los fenómenos de aculturación se desarrollaban de manera intensa (uso de la escritura y la moneda, modos de consumo, formas arquitectónicas, etc.). El siglo II a. C. marca el inicio de la romanización de la Galia meridional. Desde el 125 a. C., la región forma parte de una vasta provincia romana, la Narbonense, cuya capital era Narbo Martius (Narbona). Sin embargo, no será hasta la derrota de Massalia contra Cesar en el 49 a. C., que finaliza la hegemonía de la ciudad focense sobre Lattara. La ciudad portuaria se convierte entonces en un oppidum latinum de la ciudad de Nimes, colonia de derecho latino.

Una investigación arqueológica activa

Los primeros trabajos en el yacimiento arqueológico de Lattara, dirigidos por Henri Prades y el grupo arqueológico Painlevé durante los años 1960 y 1970, permitieron determinar el periodo de ocupación de la antigua ciudad. Una serie de excavaciones de salvamiento, en el hábitat prerromano y la necrópolis galo-romana, permitieron hacerse una idea del considerable tamaño de la ciudad. Desde 1983, las investigaciones programadas realizadas por el CNRS (actualmente, UMR 5140 – laboratorio Archéologie des sociétés méditerranéennes) confirmaron ampliamente la riqueza del yacimiento y sus excepcionales potenciales para el estudio de las ocupaciones protohistóricas mediterráneas. Desde entonces, el yacimiento arqueológico continúa movilizando equipos pluridisciplinares internacionales que participan en las excavaciones arqueológicas cada año. Este trabajo detallado realizado por los arqueólogos, basado fundamentalmente en un minucioso y exhaustivo estudio diacrónico de los datos, contribuye a renovar año tras año nuestro conocimiento de esta ciudad portuaria protohistórica.

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